Cuando comenzó la temporada 2015-16, pocos contaban con ver a los Dallas Mavericks seis meses después jugando los Playoffs. En casi todas las previsiones de la temporada se repetía la misma combinación de palabras de una u otra manera: DeAndre Jordan, lesiones, salud, edad, fracaso. Las apuestas iban desde el último lugar del Oeste, como apuntaron varios columnistas en una imagen que ha vuelto a recordarse estos días, hasta las 41 victorias que predijo ESPN, pasando por la línea que se marcó en Las Vegas: 38.5 victorias. Para quienes apostasen al over, ha resultado ser dinero fácil.
A pesar de las dudas comenzaron bien la temporada los Mavs, y con varias sorpresas. Wesley Matthews jugó desde el principio, Chandler Parsons regresó de forma más lenta pero justo después, Zaza Pachulia sumaba un doble-doble tras otro y Deron Williams se hizo inmediatamente con las riendas del ataque. Dallas sumaba victorias sorprendiendo con su gran química, trabajada en tiempo récord y propiciada por unas personalidades que encajan a la perfección, y aprovechando quizás también una parte más sencilla del calendario que permitía descansar y enfrentarse de forma equilibrada a equipos más y menos fuertes.
Enero fue el mes que destrozó físicamente al equipo de Rick Carlisle. 18 partidos en 31 días, incluyendo seis back-to-backs, y el efecto del cansancio se notó especialmente en las piernas de Pachulia y Nowitzki. Los Mavs aguantaron como pudieron, pero justo antes del All Star sufrieron algunas derrotas dolorosas, como la de Orlando también justo después del fin de semana de las estrellas.
Ese parón le vino bien a Dirk Nowitzki, quien fue capaz de desconectar durante varios días descansando en la playa, pero el resto de sus compañeros continuaron con problemas. Cuando se suponía que los Mavericks tenían que aprovechar otra parte más sencilla del calendario, lo único que podían hacer era sacar algunas victorias con mucho sufrimiento. Cuando comenzó marzo, las derrotas empezaron a acumularse. Hasta 10 partidos en un intervalo de 12 llegaron a perder. Chandler Parsons era quien más había brillado en enero y febrero, a un nivel altísimo especialmente con sus porcentajes de acierto, pero a finales de marzo se supo que tenía que pasar por quirófano. Ese mismo día, los Mavs caían de forma abultada en Sacramento y se colocaban tres partidos por debajo del 50 por ciento de victorias, 35 – 38. Para colmo de males, Deron WIlliams también se lesionó. Parecía que la temporada iba llegando a su fin.
Entonces, Rick Carlisle se sacó otro as de la manga. Una de esas jugadas que lo convierten en uno de los mejores entrenadores de la NBA, y que en casos como este sirven para meter a un equipo al que, de nuevo, se daba por muerto, en los Playoffs. Viendo que con los problemas de lesiones los Mavs estaban teniendo problemas para mantener el rimo anotador con sus rivales, Carlisle tomó una medida drástica: reducir al mínimo posible las posesiones a las que iban a jugar. Los Dallas Mavericks jugaron sus primeros 73 partidos a una media de 96.9 posesiones por 48 minutos, una marca de por sí ya baja este año, dentro del top 10 de equipos más lentos.
En los últimos nueve partidos de la temporada descendieron hasta 91.8 posesiones por 48 minutos, el ritmo más bajo de toda la NBA. A la vista de los resultados está la evidencia de que funcionó, pero igual que tiene mérito haber tomado esa decisión y haber cambiado el estilo de juego tras 73 partidos, lo tiene también haber sido capaz de imponer ese estilo a rivales que querían jugar más rápido, como Houston Rockets (100 posesiones / 48 minutos) o los Denver Nuggets (98).
Además, la racha definitiva de buen juego y resultados incluyó también victorias contra rivales directos. Simple y llanamente, en las dos últimas semanas los Mavs han ganado todos los partidos que debían ganar, y especialmente aquellos en los que se jugaban la vida: Denver para cortar la racha de derrotas, y Houston, Memphis y Utah como rivales directos. No es ninguna tontería decir que los Mavericks llevan jugando unos Playoffs particulares desde hace 15 días.
Y tampoco es casualidad que J.J. Barea fuese el jugador emergente que lideró esa racha de victorias, porque el estilo del boricua es el que adoptaron, por fin, los Dallas Mavericks. Durante toda la temporada los Mavs habían ido sumando victorias por su lanzamiento exterior, por su acierto, en ocasiones por la buena labor de sus suplentes, pero quizás no tenía una identidad clara forjada. Al final encontraron esa identidad de guerreros que llevaban dentro, de luchadores. Con gente como Barea, Wesley Matthews, Zaza Pachulia o Justin Anderson estaban destinados a encontrarla tarde o temprano. Esta vez hallaron su propósito justo a tiempo para volver a dejar en mal lugar a quienes les daban por muertos, y para entrar en la postemporada por 15ª ocasión en los últimos 16 años una presencia continuada al alcance de muy pocas franquicias en la historia de la NBA. De una forma u otra, lo lograron, y ahora intentarán trasladar ese espíritu guerrero a su serie contra los Oklahoma City Thunder.
“Ha sido una temporada dura, otra temporada dura,” dijo Dirk Nowitzki. “Pero tenemos a gente que es veterana y que es gente dura y quiere jugar en equipo y al final solo querían jugar los playoffs, y lo quería tanto que hemos tenido una racha. Creo que no mucha gente contaba con nosotros, mirando a nuestra plantilla antes de la temporada, con dos jugadores importantes viniendo de operaciones importantes. Vi a varias webs que nos colocaban como últimos en el Oeste.”
Moraleja: nunca dudes de la competitividad de un entrenador como Rick Carlisle y de una leyenda como Dirk Nowitzki. Parecería que a estas alturas deberíamos saber todos la lección, pero no es así.
“Creo que aceptamos el reto y lo conseguimos, entrar en playoffs en el duro Oeste,” dijo el alemán. “Eso es bueno, pero ya hemos estado en playoffs un par de veces desde el campeonato y no nos ha ido bien en primera ronda. Esperemos que podamos mantener el ritmo que traemos y ver qué pasa.”
Oklahoma City Thunder y Dallas Mavericks se enfrentarán en Playoffs por tercera vez en los últimos seis años, aunque las dos últimas ocasiones han sido muy diferentes a la primera. En 2011 los Mavs estaban en una misión, especialmente Dirk Nowitzki, quien lideró a un equipo lleno de veteranos sacrificados a su primer anillo. Los Thunder se cruzaron con ellos en Finales de Conferencia, pero terminaron pagando su inexperiencia en la gestión de los últimos minutos.
Al año siguiente Mavs y Thunder volvieron a verse las caras, pero en esta ocasión con un escenario muy diferente. Durant, Westbrook y cia. llegaban como primeros del Oeste, mientras que los Mavs entraron como octavos con los restos del equipo campeón. Dallas peleó más de lo que muestra el resultado final, pero la realidad es que los Thunder los barrieron por 4-0 en su camino hacia las Finales.
En esta ocasión, ambos conjuntos llegan en situaciones que podrían considerarse como extrañas por sus circunstancias. Los Oklahoma City Thunder han finalizado con 55 victorias en el tercer lugar del Oeste. Russell Westbrook prácticamente se ha puesto al mismo nivel de Kevin Durant, y ambos jugadores podrían estar en el top 5-7 de la NBA actual. Su ataque es el segundo mejor de la temporada con 109.9 puntos por cada 100 posesiones, y su defensa se queda a las puertas de entrar en el top 10.
Sin embargo, las temporadas históricas de los Golden State Warriors y los San Antonio Spurs han dejado en segundo plano a los Thunder. También les han penalizado sus problemas para cerrar los partidos, con un Net Rating en los últimos cuartos de -1.2 puntos por cada 100 posesiones, el 19º de toda la NBA. Pese a eso, si alguien tiene una oportunidad en el Oeste de plantar cara a los dos favoritos, esos son los Thunder.
Obviamente los Oklahoma City Thunder parten como favoritos. ¿Es posible minimizar a Russell Westbrook o a Kevin Durant? Wesley Matthews y el rookie Justin Anderson intentarán hacerlo, y contarán con la ayuda en la zona de Salah Mejri, quien debería tener un papel importante en la serie por sus buenas actuaciones contra los Thunder. Enes Kanter o Serge Ibaka también parecen más preparados que nunca para ser decisivos. Los interiores tendrán que estar a la altura.
La salud de los Mavericks también será un factor fundamental. Ya sabemos que Parsons está fuera, pero además los Mavs arrastran con problemas a J.J. Barea, David Lee, Devin Harris y Deron Williams, quien está jugando con una pubalgia. A todo eso hay que sumar que Dirk Nowitzki tiene casi 38 años, a pesar de su gran nivel para su edad. Físicamente los Thunder intentarán subir el nivel para quemar a Dallas. Si consigue recuperarse, Oklahoma City tendrá que prestar mucha atención al pick and roll entre J.J. Barea y Dirk Nowitzki, una combinación ya tradicional que está siendo el motor del ataque de Dallas en las últimas semanas.
El duelo con el que los Mavericks deberían sentirse a gusto es el de los banquillos. Billy Donovan ha ido cogiendo bien el pulso a su plantilla según pasaban las semanas, y no es precisamente un novato en esto después de entrenar a Florida durante más de una década, pero los Playoffs son una bestia diferente, en la que los ajustes entre partidos son primordiales.
Rick Carlisle, por su parte, está malacostumbrando a los fans de los Mavs a hacer pequeños o grandes milagros. El último de ellos, sin ir más lejos, estar en estos Playoffs con los que pocos contaban. Para lograr las victorias decisivas hizo un ajuste maestro, que fue ni más ni menos que reconocer la falta de ofensiva de su equipo y bajar el número de posesiones al que querían jugar. Y esa será una lucha clave: si las posesiones por partido rondan las 100, los Thunder jugarán a gusto. Si se acercan más a 90, los Mavericks tienen una oportunidad para hacerles sudar.
La defensa del pick and roll será importante para ambos equipos. Dentro de su excelencia y su dominación de partidos a base de triples dobles esta temporada, también es cierto que Russell Westbrook ha descuidado algo el apartado defensivo, a pesar de lo que puedan indicar los números en robos. En Playoffs podemos intuir que no reservará tampoco en ese sentido, y no puede permitirse hacerlo cuando Barea o Williams ataquen un bloqueo de Nowitzki. Cada vez que Kanter esté en pista seguramente los Mavs busquen involucrarlo también en el bloqueo y continuación, misma estrategia que debería seguir Donovan atacando a la limitada movilidad de Dirk.
En este contexto vuelve a destacar cómo puede ganar en importancia la figura de Salah Mejri. El tunecino ha promediado 20,4 puntos, 13,6 rebotes y 6 tapones por 36 minutos en sus enfrentamientos contra los Thunder, y tanto Westbrook como Durant han sido víctimas de sus tapones, siendo su protección del aro y capacidad de continuar hacia canasta. El contrapunto en los Thunder lo ponen Serge Ibaka y Enes Kanter, el primero, de nuevo, con la tarea de defender a Nowitzki, y el segundo con la labor de anotar cuando Westbrook y Durant estén atascados.
Los Dallas Mavericks parten como underdogs, pero ese es un papel en el que ya se han sentido muy cómodos en ocasiones pasadas. Y a juzgar por lo visto en las últimas semanas, al menos podemos tener una cosa clara: van a dar todo lo que tengan hasta el final.
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