Cuando tu padre fue una estrella del baloncesto de la década de los 90, y creces practicando el mismo deporte en la ciudad en la que triunfó, debe ser difícil crecer en su sombra y con las expectativas que tu apellido genera.

Cuando tu hermano acaba de ser nombrado el primer MVP unánime de la historia y se ha convertido para muchos ya en el mejor lanzador de la historia del baloncesto, debe de ser difícil tratar de crearte un nombre propio en su sombra y con la certeza de que habrá gente que nunca te vea como nada más que “el hermano de”.

Ahora imaginen que juntamos ambas circunstancias en una misma persona. Ese es Seth Curry.

No nos equivoquemos: Seth Curry tuvo el privilegio de aprender de un gran jugador en la figura de su padre, de competir en sus duelos en la canasta del patio de la casa con todo un MVP, y de compartir con ambos unos genes que sin duda son excelentes para la práctica del baloncesto. Pero también ha notado el peso de su apellido sobre sus hombros como solo los familiares de las grandes estrellas pueden hacerlo.

Podríamos decir que Seth ha tenido mala suerte en ciertos momentos claves de su carrera. Fue el máximo anotador de la historia de su instituto, el Charlotte Christian High, pero una lesión impidió que pudiera demostrar su valía en persona a las grandes universidades durante la época de reclutamiento, y acabó jugando en una universidad menor como Liberty. Con los Flames fue el freshman con mejor promedio anotador de la nación, y entonces dio el salto a los Duke Blue Devils, lo que le obligó a pasarse un año en blanco por las reglas de la NCAA.

Para cuando terminó su ciclo universitario en Duke, Curry era el mejor anotador del equipo de Mike Krzyzewski, con 17,5 puntos por encuentro y un 43.8 por ciento de acierto en triples intentando seis por partido. Todo ello jugando gran parte de la temporada con una fractura por estrés en su pierna derecha.

“Seth ha demostrado una dureza tremenda, tanto mental como física, jugando esta temporada con la lesión”, dijo Krzyzewski después del último partido de Curry en Duke. “Ha tenido una temporada espectacular incluso sin haber podido entrenar”.

Pero llegaba el momento de dar el salto al siguiente nivel, de convertirse en profesional, y aquella lesión fue uno de los contras que las franquicias NBA vieron en él. Un excelente lanzador, pero con estilo de escolta metido en cuerpo de base, que era un año mayor de lo que debería por haber cambiado de universidad y cumplido el ciclo universitario, y que, además, no pudo realizar entrenamientos previos al Draft mientras se recuperaba por completo de su lesión. El resultado: Seth Curry fue undrafted.

Entonces llegaron los contratos de 10 días no renovados, los entrenamientos privados con las franquicias en búsqueda de un contrato temporal, las épocas en la D-League. Seth debutó en la NBA un 5 de enero de 2014, con la camiseta de los Memphis Grizzlies, disputando cuatro minutos en una paliza a los Detroit Pistons. Solo un rato después, en el bus de vuelta, le comunicaron que había sido cortado. En aquella temporada 2013-14 solo jugó un partido más en la NBA, para los Cleveland Cavaliers. Metió su primera canasta – un triple, por supuesto – y su contrato de 10 días no fue renovado. Tuvo que conformarse con dominar en los Santa Cruz Warriors de la D-League.

El año siguiente no fue más fácil. Lo vivió prácticamente entero en los Erie BayHawks en la liga de desarrollo. Dominó la competición aún más que en la temporada anterior (23.8 puntos, 46.7 por ciento de acierto en triples), pero eso solo se tradujo en una llamada de la NBA. Otro contrato de 10 días, ahora con los Phoenix Suns. Dos partidos, sin anotar en esta ocasión. Tampoco fue renovado.

Las semanas previas al verano de 2015 Seth Curry tuvo que pensar largo y tendido sobre su futuro. Las ofertas de equipos europeos y chinos se acumulaban en la bandeja de entrada del correo de su agente, mientras él las ignoraba tratando de labrarse una carrera en la NBA. Eso no quiere decir que no fuese consciente de la realidad: si seguía por el mismo camino, tendría que empezar a plantearse marcharse a jugar fuera de Estados Unidos. Algo tenía que cambiar.

Seguramente no estaríamos contando esta historia si ese cambio no se hubiera producido. El cambio llegó, y tuvo la Summer League de Las Vegas de 2015 como localización y al equipo de los New Orleans Pelicans con los que jugó como actores secundarios. Curry fue el máximo anotador de la competición, promediando 24.3 puntos por partido. Un viejo conocido de su padre, Vlade Divac, apostó por él para los Sacramento Kings con un contrato garantizado. No jugó demasiados partidos, pero tenía su sitio. Un mes de abril en el que brilló con luz propia deslumbró a varias franquicias de la liga, entre ellas Dallas. Y cuando Seth quedó completamente libre en verano, los Mavs no se lo pensaron dos veces antes de lanzarse de cabeza a por él.

“Sabe cómo conseguir canastas y es un gran lanzador”, dijo Mark Cuban sobre él. “Hasta ahora había estado en algunas situaciones disfuncionales, y creo que va a tener éxito con nosotros. Porque puede hacer muchas más cosas además de lanzar”.

“Siempre había hecho grandes partidos contra nosotros”, dijo Rick Carlisle al hablar sobre su nuevo guard. “Por diferentes motivos contra nosotros siempre tuvo minutos, lanzó bien y nos gustaba. Creemos que es uno de esos jóvenes que tiene la oportunidad de dar un gran paso adelante, y vamos a seguir trabajando muy duro con él. Puede ser capaz de jugar tanto de base como de escolta, y está bien tener ese tipo de flexibilidad. Y es un defensor infravalorado, así que tiene la oportunidad de ser algo muy bueno para nosotros”.

Para hacerse un nombre, salir de la sombra de su padre y su hermano y crearse su propio destino, algunos habrían optado por renegar de lo anterior, cortar de forma tajante y dejar claro que es alguien diferente. Seth no lo ve así. Allí estaba él en primera fila durante todas las series de Playoffs que ganaron los Golden State Warriors en 2015. Tampoco se podía perder la ceremonia de entrega del MVP a su hermano, intentando sin mucho éxito que las lágrimas de sus ojos pasaran desapercibidas. También fue una de las primeras personas en abrazar a Stephen en cuanto sonó la bocina y los Warriors se proclamaron campeones. Y el amor familiar es correspondido. El calendario NBA no permite a Steph devolver las visitas, pero sus padres intentan visitar a sus hijos por igual, incluso cuando el más joven de ellos estaba en la D-League.

“Creo que crecer en Charlotte con mi padre siendo una estrella allí durante una década fue una bendición”, dijo Curry. “Eso me preparó para cada día de mi vida y para tener confianza en quien soy, en ser yo mismo como jugador y como persona, y en conocer mis capacidades para intentar maximizarlas”.

En términos de edad, con 26 años, Seth Curry es aún joven. En términos de partidos jugados, sin llegar a los 82 en su carrera NBA, Seth básicamente es aún un rookie, y hay que verlo como tal, como un jugador con muchas facetas aún por desarrollar aunque las circunstancias, principalmente las lesiones de sus compañeros, hayan hecho que Carlisle otorgase al base muchos más minutos en este principio de temporada de los que se esperaban. La experiencia de sostener un ataque NBA le ha llegado de golpe, e incluso con los errores propios de alguien que aún está aprendiendo su profesión, Curry está promediando más de 10 puntos por partido para unos Mavs muy necesitados de anotación.

“Este es un ataque que ofrece oportunidades para todos”, dice Seth Curry cuando habla del sistema ofensivo de Rick Carlisle. “Muchos jugadores tocan el balón y se les pide que creen, y no creo que el entrenador ponga etiquetas o limite a nadie a irse a la esquina”.

“Simplemente te deja ser quien eres”.

Él no es Dell, ni Stephen. Él es Seth Curry. Y aunque esté orgulloso de lucirlo en su espalda, su objetivo es que la NBA no le conozca por su apellido, sino por su nombre.

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