En ocasiones nos olvidamos de la importancia de lo que comúnmente conocemos como jugadores de equipo. Cuando llega el verano y es el momento de los fichajes y las renovaciones, todos deseamos que las estrellas de la liga decidan jugar para la franquicia que seguimos, y dejamos a un lado a aquellos que realmente definen lo que va a ser el conjunto en la medida en la que sean capaces de dejar todo a un lado por el bien común o no. Jugadores que, con mayor o menor nivel o talento, están dispuestos a sacrificarse por sus compañeros. Individuos a los que verdaderamente solo les importa ganar.

Al hablar de Zaza Pachulia podemos asegurar sin miedo a equivocarnos que es un gran jugador de forma individual, y también un gran jugador de equipo.

Aunque suene a tópico, nadie ha regalado nada a Zaza Pachulia en su carrera como profesional. Conocido como uno de los pívots más luchadores de la NBA, siempre ha trabajado por mejorar aquello de su juego o personalidad que no le gustaba o que debía evolucionar. Incluso cambió legalmente el nombre que le dieron sus padres al nacer, Zaur, por Zaza. Nacido en Tbilisi, Georgia, a los 13 años ya medía más de dos metros de altura, y a los 15 fichó por el Ülkerspor turco, donde comenzó su carrera como profesional. Cuando tenía 19 años los Orlando Magic lo seleccionaron con el pick 42. No jugó demasiado en su temporada rookie, aunque en los últimos partidos, ya con la temporada perdida, encontró una buena racha de juego.

No pudo construir sobre eso en Orlando porque los Charlotte Bobcats lo seleccionaron en el Draft de Expansión de 2004. No llegó a jugar allí, pues lo traspasaron a los Milwaukee Bucks. Con 20 años y algo más de confianza en Milwaukee, Pachulia mejoró su rendimiento, especialmente en su lanzamiento de media distancia, en el que tanto había trabajado en su primera temporada y que se convertiría en uno de sus puntos fuertes más adelante. Una buena temporada en Milwaukee le sirvió para llamar la atención de los Atlanta Hawks, quienes le ofrecieron ser titular y un contrato por cinco temporadas. Como titular promedió 11,7 puntos y 8 rebotes por partido, y aunque temporada y media después volviese al banquillo, se ganó a la afición de Atlanta y al vestuario por su entrega, algo que se llevó de vuelta a los Milwaukee Bucks en 2013 en un entorno en crecimiento que agradeció mucho su influencia.

“Lo más grande sobre Zaza es que es un competidor”, dijo el entrenador de los Bucks, Jason Kidd, hace unos meses. “No importa contra quién estemos jugando, siempre pone al equipo por delante. Se sacrifica. Es uno de esos veteranos muy vocales, de los que se hacen respetar y son respetados. Es un gran compañero, ha hecho un montón de cosas pequeñas para nosotros.”

Cuando llegó a Dallas, Pachulia tenía un gran hueco que llenar después de la segunda etapa de Tyson Chandler en los Mavs y de lo ocurrido durante el verano pasado. Aquellos que lo conocían sabían que Zaza siempre cumple. Sin embargo, estaba por verse cómo se adaptaba en un cambio de equipos tan radical y pasando de ser suplente a titular. Pero en un entorno de veteranos cuya única ambición es ganar, es donde más brillan los jugadores de equipo como él. No hubo ni siquiera unos días o semanas de duda sobre su rendimiento. Desde el primer momento, Pachulia se metió en el bolsillo al entrenador Carlisle, a sus compañeros, y a la afición. Es inevitable que alguien que transmite tanta entrega y lucha como él no se gane a los fans, y si además lo acompaña con grandes actuaciones y con buenos números, es lógico que se convierta en el favorito de la afición y que sucedan cosas como que en el último recuento del All Star tenga más votos que Dirk Nowitzki, DeMarcus Cousins, LaMarcus Aldridge o DeAndre Jordan.

Todo eso lo ha hecho Zaza en sus primeros 36 partidos con los Mavs con promedios de 10.7 puntos y 10.8 rebotes por encuentro, siendo uno de los nueve pívots de la liga que promedian un doble-doble de puntos y rebotes en estos momentos. Entre esos nueve elegidos, solo Hassan Whiteside y él lo hacen jugando menos de 30 minutos partido. Que el pívot esté involucrado en el ataque suele ser una buena noticia para los Mavericks, que tienen un balance 7-1 en partidos en los que Pacuhlia ha lanzado al menos 10 veces a canasta.

“Es muy listo. Ha descubierto cómo jugar de forma efectiva y encajando en nuestro sistema, y le encanta el reto de intentar ganar siempre,” dijo Rick Carlisle. “Está totalmente inmerso en la intención de ganar cada noche y en ser parte de algo que es más grande que él. Cuando te entregas a eso y haces que ser parte del equipo sea lo prioritario, resulta que también pueden suceder grandes cosas a nivel individual.”

Su impacto en defensa es quizás algo diferente al que estaban acostumbrados los fans de los Mavs con sus pívots anteriores, pero su aportación es igualmente positiva. Lo que Pachulia no puede hacer por físico lo compensa con su inteligencia. El pívot de los Mavs permite un 50.7 por ciento de acierto en el aro, lo que le sitúa en la zona media de la liga con un dato muy similar a jugadores como Joakim Noah (50.5%) o Al Horford (50.9%) según los datos de NBA.com. Pero si nos fijamos en su impacto por distancia a canasta encontramos que Zaza reduce en un 3.1 por ciento el acierto de su emparejamiento cuando el lanzamiento se produce a 1,8 metros (6 pies) o menos de la canasta.

Sirvan como ejemplo de su inteligencia en defensa las siguientes acciones del último partido contra los Sacramento Kings. En la primera secuencia vemos cómo cuando el pívot rival se aleja de la zona, Zaza aprovecha para cubrir las espaldas a sus compañeros, como si se tratase de un safety en la NFL. Primero hace la ayuda, después evita una canasta, recupera la posición, y consigue un robo.

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Esa defensa en el aro no cuenta para la estadística del porcentaje permitido porque no acaba en lanzamiento, y sin embargo es una canasta clara evitada. En las siguientes acciones vemos también la forma en la que Pachulia compensa su inferioridad física con DeMarcus Cousins a base de inteligencia a la hora de meter la mano para robar el balón.

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“Realmente no hay un área en el que no haya aportado,” dijo Carlisle. “Está siendo terrorífico en la pista, tiene un juego muy completo, su anotación y su rebote son muy consistentes, es muy buen pasador. Y en el vestuario no vas a encontrar a un hombre de equipo mejor.”

De entre todos sus compañeros, hay uno con el que la química es más que evidente dentro y fuera de la pista: Dirk Nowitzki, con el cual tiene en marcha una apuesta para ver quién hace más mates esta temporada que por ahora va ganando el georgiano. De hecho, podríamos haber intuido ya que estos dos iban a llevarse muy bien desde meses antes de que llegasen al training camp.

“Literalmente, me choca más fuerte celebrando canastas de otros que las suyas,” dijo Nowitzki. “Es altruista, quiere que gane el equipo. Cuando tiene cero puntos y ganamos está tan feliz como cuando tiene un doble-doble. Es un hombre de equipo.”

El hecho de que Pachulia lleve tanto tiempo en la liga nos lleva a pensar que es un jugador mayor, pero la realidad es que aún no ha cumplido los 32 años, y está en una edad aún ideal para jugar al baloncesto a máximo rendimiento. En su caso, además, un jugador que basa tanto su juego en la inteligencia y tan poco en su físico tiene mimbres para jugar a este nivel hasta edades más avanzadas que aquellos que dependen sobre todo de lo que aguante su cuerpo. Bajo su dura apariencia y la imagen que pueda transmitir por sus encontronazos en la cancha con Nikola Mirotic, Kevin Garnett (que le valió ganarse el mote de “Rocky”) y otros, Pachulia no es el típico tronco ni dentro ni fuera de la pista. Dentro, a la vista está su habilidad para lanzar, para leer ataques y defensas, para pasar. Fuera es una persona con inquietudes y un emprendedor, habiendo cursado estudios de negocios en Harvard en 2012, Georgia State en 2009 y Northwestern en 2008. También tomó parte políticamente en 2008 cuando se posicionó públicamente en contra de la invasión de Georgia por parte de Rusia.

“Sé que es sorprendente para mucha gente, pero honestamente, siento como si hubiese vuelto a nacer,” dijo Pachulia antes de su regreso a Milwaukee el pasado viernes. “No quiero decir nada malo sobre los sitios donde he estado, pero esta es la mejor situación en la que he estado en mi carrera. Empezando por los entrenadores y los jugadores, los jugadores experimentados que tienen, la mentalidad ganadora… con mi equipo anterior todo era construir. En este equipo todo es ganar, tener éxito. Estoy agradecido por la oportunidad y por la situación en la que estoy.”

Una de las claves de la gran química que tienen estos Dallas Mavericks dentro y fuera de la pista es que, en una situación complicada el pasado verano, tomaron la decisión de crear un conjunto en el que todas las partes fuesen capaces de sacrificarse unas por otras para superar a los rivales con un esfuerzo colectivo. Y en lo que a jugadores de equipo se refiere, seguramente Zaza Pachulia sea lo más cercano a una definición personificada del término que podamos encontrar.

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